Oráculo
Carlos Alemán Vega | Cara Moore

Dos hombres trajeados llamaban a la puerta de una vivienda unifamiliar.
-No estoy interesada en unirme a ninguna religión- gritaba desde el interior la voz de una mujer.
-señora Harris, somos los agentes Nickson y Darren, nos gustaría hablar con usted.
El rostro de la mujer apareció entre el poco espacio que dejaba la puerta y la cadena que la unía.
-Pensé que seriáis ellos- dijo refiriéndose a los visitantes religiosos- me molesta mucho que traten de adoctrinarme.
Los agentes evadieron profundizar en el tema. -Necesitamos su ayuda Nicole- dijo Nickson apelando a la atención que podía prestarle desde su posición. – Es posible que pronto vuelva a atacar.
-Os dije que no volvería a hacerlo- respondió tajante.
Nicole Harris llevaba meses colaborando con la policía después de que un individuo secuestrase a varias mujeres, sus cuestionables habilidades para algunos ,ciertamente, habían logrado salvar la vida de sus víctimas excepto la última, algo que no se acababa de perdonar la médium.
-Sea como sea, pronto acabará todo…supongo.
Acto seguido cerró la puerta finalizando así el encuentro.
Algunos días después los agentes decidieron volver a intentar convencerla, el tiempo corría en su contra y quizás la estrategia fuese la incorrecta, no habían pensado en ser empáticos, de alguna manera esa mujer se sentía responsable de la muerte de la víctima y nadie lo había tenido en cuenta. Los agentes se dirigieron al domicilio. Una vez allí, llamaron a la puerta, ésta cedió tras los nudillos del agente Nickson.
-Señora Harris- gritaron mientras acompañaban sus pasos hacia el interior de la vivienda, con la cautela y el sigilo que exigía la situación, ellos tenían olfato profesional para ser conscientes de que algo no iba bien.
El agente Nickson se echó las manos a la cabeza. – ¡mierda! – maldijo al encontrar el cuerpo de Nicole Harris tumbado al lado de una gran mancha de sangre, absorbida en gran parte ya por la moqueta.
-Nickson, ven aquí, corre- ordenó su compañero Darren. Otro cuerpo yacía sin vida en el suelo de la cocina con un cuchillo de gran dimensión coronando el centro de su pecho, como el asta de una bandera que anuncia el fin de una guerra.
Era él, el monstruo que buscaban hacía meses.
El agente Darren caminó hacia el porche de la casa, colocó un cigarrillo en sus labios y lo prendió.
-Resulta irónico que no hubiese podido ver esto, que haya acabado así-.
-No has entendido nada- soltó Nickson con un tono neutro, casi vacío de expresión, pero más consciente que nunca, como si acabase de entenderlo él también- “sea como sea pronto acabará todo… supongo”, esas fueron sus últimas palabras.- Alzó la vista a su compañero Darren para comprobar que le prestaba atención.- Claro que lo sabía, sabía que vendría por ella y por eso se negó a ayudarnos, de alguna manera nos quería lejos y de alguna manera, no sé si para protegernos o motivada por un sentimiento de justicia o venganza, decidió acabar con él, aunque ella corriese la misma suerte. Quizás sea ese el verdadero poder de un oráculo.