¡Ostias, la he cagado!
Kamran Deyhimi Chaman Jouy | Kamran

Todos los detenidos aseguran ser inocentes y éste no iba a ser una excepción. El hecho de tener la ropa y las manos manchadas de sangre ni que su mujer estuviera ingresada de urgencia por un traumatismo maxilofacial decían lo contrario.
Tiene usted que creerme – me dijo -. No sé ni cómo pasó. Yo acaba de llegar a casa. Ella me abrió la puerta y nada más pasar yo, creo que se tropezó o algo y se estampó contra la puerta. Después se me abalanzó como una loca, porque pensaba que yo la había empujado y empezó a gritar pidiendo socorro, como si yo fuera a matarla. Y claro, con ese alboroto algún vecino llamó a la policía y aquí estoy. ¿Sabe cómo está mi mujer?

Pues su mujer está ingresada en el hospital – le respondí -. Su lesión es muy aparatosa pero afortunadamente no es grave. Pero yo que usted me preocupaba más por mí que por ella. Supongo que su abogado le informará mejor. Se va a quedar en el calabozo y se le hará un juicio rápido y por descontado que le declararán culpable. Eso conllevará una orden de alejamiento, así que olvídese de volver a casa.
Me miró con ojos de cordero degollado y me dijo: Pero si yo no he hecho nada.
¿Y porqué le denunciaría su mujer si fue un tropezón? No parece que haya motivos válidos: ni dinero ni cuernos. ¿O sí?
Se quedó con cara de: ¡Ostias, la he cagado! Se me olvidó el móvil en casa ayer cuando fui a trabajar – dijo con la convicción de que ya sabía qué había pasado.

Visité a la mujer, a la que ya habían dado el alta. Me recibió con la nariz vendada y un enorme moratón en todo el lado izquierdo de la cara.

Se lo solté así de sopetón, exponiéndome a que me abrieran un expediente si presentaba una queja: Su marido dice que cree que usted está enfadada con él porque algo que ha visto en su móvil y me preguntaba qué tiene usted que decir al respecto.
Me respondió: Seguro que le habrá contado que se dejó el móvil en casa y que como lo conozco como si lo hubiera parido, adiviné su pin, accedí a su chat de whatsapp y cotilleando descubrí que tiene una aventura en la oficina desde hace seis meses y que está buscando la forma de decírmelo. Que eso debió enfadarme tanto que esperé a que estuviera en casa, para estampa mi cara contra la puerta y armar la marimorena para vengarme de él.
Sí, más o menos , dije sencillamente. Sólo que él no se lo termina de creer. Dice que usted y él hace años que conviven, ¿Cómo decirlo? más como compañeros de piso que como pareja.

Pues dígale que se vaya a la mierda, que lo que cuenta es lo que yo diga. Y digo que lleva maltratándome toda la vida y que hoy la gota colmó el vaso.