PALACIO DE JUSTICIA
Miriam Martínez Villar | Calma Martínez

En Barcelona, un misterioso asesino había iniciado una serie de crímenes dirigidos a políticos corruptos que, por alguna razón, siempre lograban eludir a la justicia. La ciudad se encontraba sumida en un estado de conmoción e incertidumbre, mientras las autoridades se esforzaban por encontrar al responsable de estos asesinatos.

El detective retirado Juan Sánchez, un hombre mayor que había dedicado su vida a luchar contra el crimen, decidió volver a la acción ante la creciente ola de violencia. Aunque simpatizaba con el deseo de justicia, no podía permitir que un asesino se convirtiera en juez, jurado y verdugo.

Juan comenzó a investigar el caso por su cuenta, reuniendo información sobre los políticos asesinados y los métodos utilizados por el asesino. Pronto descubrió un patrón: todos los políticos habían estado involucrados en escándalos de corrupción que habían sido silenciados o desestimados por sus partidos.

El detective sospechó que el asesino podría ser alguien con acceso a información privilegiada, alguien que conocía los detalles sucios de la política y estaba decidido a vengarse. Con esta teoría en mente, Juan se adentró en el oscuro mundo de la política de Barcelona, buscando pistas y contactos que pudieran ayudar a identificar al asesino.

Después de semanas de investigación, el detective logró descubrir la identidad del asesino: se trataba de un ex periodista llamado Luis, que había sido despedido de su trabajo tras intentar exponer a los políticos corruptos en su periódico. Desde entonces, Luis había adoptado la misión de limpiar la política de Barcelona por su cuenta, asesinando a aquellos que consideraba corruptos e intocables.

Con la identidad del asesino en su poder, Juan debía tomar una difícil decisión: ¿debería entregar a Luis a las autoridades, sabiendo que su causa era justa pero sus métodos inaceptables? En última instancia, Juan decidió confrontar a Luis y tratar de convencerlo de que entregara las pruebas de corrupción a las autoridades en lugar de continuar con su sangrienta cruzada.

La confrontación entre Juan y Luis fue tensa y llena de emociones. A pesar de la resistencia de Luis, el detective logró persuadirlo de que había una forma mejor de luchar contra la corrupción. Juntos, entregaron las pruebas a las autoridades, quienes finalmente no tuvieron más remedio que actuar contra los políticos corruptos.

Aunque Luis fue arrestado por sus crímenes, su historia se convirtió en un símbolo de la lucha contra la corrupción y la impunidad en la política de Barcelona. Juan, por su parte, volvió a su retiro con la satisfacción de haber hecho lo correcto, aunque ello significara poner fin a la venganza de un hombre que compartía su deseo de justicia.