PAPELEO
Vicente Cora Alcaraz | VCA

Vomitó lo poco que tenía en el estómago, levantó la mirada y enfocó la imagen del cadáver, aún se la veía guapa, había tenido cuidado, como siempre, en no tocar su cara, se agachó y mientras limpiaba la navaja con la blusa de la mujer beso sus fríos labios. Comprobó, una vez más, que no había nadie alrededor y abandonó el callejón. Antes de salir a la calle principal se quitó los guantes y la braga que le tapaba la cara, se aseguró de tener el arma bien guardada en el bolsillo y echó a andar calle abajo. Miró el reloj, las cinco, aún faltaba un buen rato para que amaneciera, tenía tiempo para ir a casa, darse una ducha y llegar al trabajo a la hora. Iría caminando, el aire frío de la mañana le espabilaría.
– Buenos días.
Dijo mientras tomaba asiento en su mesa, apenas un par de cabezas levantaron la mirada para saludarle, gilipollas, pensó mientras se sentaba. Miró su espacio de trabajo, cada vez le daba más pereza ponerse con toda aquella mierda burocrática, siempre había deseado dedicarse a una profesión de acción y había acabado allí, sentado detrás de una puta mesa haciendo el trabajo que los demás no querían hacer, no podían culparle si había tenido que buscarse una afición, sonrió mientras lo pensaba, para darle un aliciente a su monótona existencia. Abrió la carpeta que coronaba el montón de expedientes y se puso a trabajar. Ocho y cuarto, aún es temprano.
Ocho y veinte, varios teléfonos empezaron a sonar a la vez, ya la habían descubierto, él, sin levantar la cabeza de la mesa, miró por encima de sus gafas y vio como sus compañeros cogían las armas y salían hacia el aparcamiento. Sonrió mientras el sonido de las sirenas se alejaba de la comisaría, solo había una cosa que le cabreaba, y es que este sería otro caso sin resolver que se amontonaría sobre su mesa. Estaba seguro, puto papeleo.