Las cosas no iban bien. Estaba distante, distraído.
Desde que fuimos a vivir a la montaña iba días a la ciudad con excusas laborales que sabía inciertas . Su aislamiento había crecido y su refugio era su móvil, al que difícilmente dejaba solo. No negaré que intente revisar su contenido sin éxito; y que me hacía estar inquieta cada vez que lo veía escribir en su teléfono con una sonrisa.
Esa mañana discutimos y quizás para intentar reconducir la mañana de domingo me propuso dar un paseo por la montaña. No habían dado nieve, y, tras días encerrados en casa por bajas temperaturas, me pareció una buena opción. Estar con él siempre era una buena opción.
Nos íbamos alejando de la solitaria urbanización y el frío se hacía más intenso, el paisaje parecía una postal finlandesa.
-“¿Me haces una foto? He olvidado el teléfono en el coche”
“Me queda poca batería, te la hago a la vuelta”
A medida que entrábamos en el camino una neblina anunciaba que comenzaría a nevar. No caminamos más de 30 minutos cuando los primeros copos empezaron a caer sobre nosotros.
-“Volvamos” dijo Roberto, “El viento está empezando a golpear con fuerza”
-“Un poco más, hasta el roble partido”
A penas habiamos caminado unos pasos cuando una rama de un roble zarandeada por el fuerte viento se rompió y cayó encima de Roberto tirándolo al suelo. Por suerte no perdió el conocimiento pero le ocasionó un disloque en el tobillo que le mantuvo en el suelo, incapaz de levantarse, intenté ponerle en pie pero el tobillo estaba carente de consistencia. La nieve comenzaba a caer con más fuerza. Le pedí su teléfono para llamar al pueblo y pedir ayuda. En ese momento caí en la cuenta de que tendría que darme su clave para acceder a él .
Roberto se retorcía del dolor, la nieve caía y yo tenia ante mi la llave que necesitaba.
-“Roberto, necesito el código de desbloqueo”
-“7997”
¡Ya lo tenía! En ese momento no me importó la nieve, ni el frío, ni oía a Roberto gritar de dolor. Lo único a lo que fui capaz de acceder fue a su whatsap buscando respuestas a tantas dudas. Un nombre en interrogación en el perfil y la mano de una mujer .
¡Ahí estaba!! Leí el último mensaje escrito: “Salgo con ella a la montaña, ya lo tengo todo pensado. Pronto estaremos juntos para siempre”
Lo miré llena de furia , dolor y asco.
Tiré el teléfono lo más lejos que pude y ante la fuerte nevada , el grito de mi nombre en sus labios y sus gemidos de dolor, comencé el regreso a casa. No miré hacia atrás , no quise preguntar nada, “¿Qué significaban esas palabras? “
-“Señor agente, hace dos días de aquello. No he vuelto a saber nada de él. Tras el corte de carreteras por las fuertes nevadas de estos días tal vez puedan encontrarlo.”