Hace tiempo vi en las noticias que los androides cada vez estaban más cerca de ser una realidad, me pareció una idea estupenda para el futuro y me pedí uno para los Reyes Magos.
Sólo han pasado seis meses desde que desenvolvía, sola, el regalo que había llegado el día antes por mensajería.
Yo no entendía nada las complejas instrucciones de mi nuevo compañero de vida, así que tuve que llamar a un informático para que lo pusiera en marcha. He aprendido hasta a jugar al ajedrez conversando muy entretenida con T-4.
Esta mañana he tomado una decisión, desde ahora mi T-4 se llamará Ricardo, siempre me gustó ese nombre. Llamaré de nuevo al informático para que lo ajuste.
Salgo de la ducha y enfrente los ojos de Ricardo, necesito un abrazo. ¡Dios! Se me olvidó que estaba cargando la batería. ¿Chispas o fuegos artificiales? Ya me lo dirá San Pedro supongo…
Me acabo de despertar en una habitación blanca, casi no tengo tiempo de ubicarme cuando de repente aparece una “enfermera”:
-Que bien que despertó, ¿cómo se encuentra?
Aturdida, presa de máquinas y sueros, desconfiada y aterrada.
Mi ansiedad crece por momentos ante la sonrisa meliflua de la mujer que no sé por qué me resulta conocida, le pido agua y le pregunto dónde estoy.
-En el hospital, has tenido un accidente, ¿lo recuerdas?
Lo último que recuerdo son los ojos de Ricardo…
La enfermera se va, cerrando con llave la habitación.
Cada vez estoy más aterrada, me deshago de mis ataduras e intento salir de allí, veo las cámaras, el miedo se está apoderando de mi , no puedo pensar, oigo pasos, vuelvo a la cama, aparece el doctor.
Creo que me estoy volviendo loca, ¡es el informático!
-Hola María, gracias a Dios ya has despertado, Ricardo estaba muy preocupado.
¿Cómo,?, ¡no podía creer lo que estaba oyendo!, definitivamente aquello era una locura.
-Quiero irme a casa, por favor.
-Lo siento María pero todavía no estás recuperada tenemos que seguir haciéndote pruebas, aquí te cuidaremos muy bien, pronto volverás a casa, Ricardo está deseando que vuelvas.
Volví a quedarme sola, pero ahora ya estaba decidida a escapar. Yo había trabajado en una empresa de seguridad, descubrí el ángulo muerto y me dispuse a abrir la puerta.…Afortunadamente en aquel pasillo no había nadie, pero sí más habitaciones, en una de ellas muchas cunitas con bebés, una enfermera cogió a uno de ellos.…
Dios mío, ¡qué va a hacer! lleva un destornillador en la mano, pero el bebé es un pequeño robot con alas blancas.
Estoy sudando, no entiendo nada, oigo algo, son el informático y la enfermera, ¿o el mensajero?…
-Estos bebés son el futuro sólo tenemos que convencer a sus mamás para que los críen con amor.
Necesito llamar al 112, suena la alarma, vienen a por mí.…
Son las siete, me da tiempo a una ducha rápida, estoy sudando.
Llego a la oficina, tenemos reunión, nos han contratado para publicitar un prototipo de robot, tiene carita de ángel.