PLAN DE FUGA
Antonio Alaminos | R3D

Era un día soleado en el centro de Madrid, cuando un atraco sacudió la rutina de la sucursal bancaria más grande de la ciudad. A plena luz del día, un hombre enmascarado había entrado al banco y se había llevado un botín millonario, sin dejar rastro ni testigos. La noticia del robo llegó rápidamente a la comisaría, donde el detective Víctor Mendoza, un hombre de mediana edad y de gran astucia, fue asignado al caso.

Víctor llegó a la escena del crimen acompañado por su equipo, y comenzó a examinar las evidencias. Para su sorpresa, las cámaras de seguridad del banco habían sido desactivadas justo antes del atraco. Esto indicaba que el ladrón conocía bien el funcionamiento del banco y tenía habilidades técnicas. No había huellas ni señales de violencia, y el personal del banco estaba igualmente desconcertado.

El detective decidió interrogar a los empleados, preguntando sobre cualquier detalle sospechoso que hubieran observado en los días previos al robo. Uno de los empleados mencionó que había visto a un hombre con aspecto nervioso merodeando cerca del banco durante la última semana. Sin embargo, no pudo proporcionar una descripción clara del sospechoso.

Mientras Víctor revisaba los registros de los empleados, descubrió que uno de los guardias de seguridad, llamado Alberto, había estado ausente en varias ocasiones durante la última semana. Además, Alberto había trabajado en el banco por varios años y tenía acceso a información confidencial, incluido el funcionamiento de las cámaras de seguridad. El detective decidió profundizar en la vida de Alberto y descubrió que tenía una deuda considerable en el mundo del juego.

Víctor y su equipo iniciaron una discreta vigilancia sobre Alberto. Un día, mientras lo seguían, lo vieron entrar en un edificio abandonado en las afueras de la ciudad. El detective decidió entrar con precaución, y allí encontró a Alberto reunido con un hombre desconocido. Ambos discutían sobre el reparto del botín del robo.

El equipo de Víctor irrumpió en la escena y arrestó a ambos hombres. Resultó que el desconocido era el cómplice de Alberto y había sido el autor material del robo. Juntos, habían planeado el atraco durante meses, aprovechando la posición de Alberto en el banco para burlar todas las medidas de seguridad.

El robo al banco finalmente se resolvió, y Alberto y su cómplice fueron llevados ante la justicia. La habilidad de Víctor para seguir las pistas y su intuición le permitieron desentrañar el misterio y recuperar el dinero robado.

A pesar de la intriga y el suspense que rodearon el caso, la vida en el centro de Madrid volvió a la normalidad. El banco reforzó sus medidas de seguridad, y la ciudadanía recuperó la confianza en el sistema. Sin embargo, la historia del astuto robo al banco y la sagacidad del detective Víctor Mendoza se convirtió en una leyenda urbana que perduraría en la memoria colectiva de la ciudad.