POLVO SOMOS
Yainire Martínez de Ilarduya Sánchez | Yainire

El terremoto había dejado una ciudad muda, en un tenso silencio lleno de escombros y polvo en la que se perdían los gritos de los supervivientes buscando a sus seres queridos. El inspector Warren llegó hasta el lugar donde se encontraba el cadáver, la esquina Anderson con la Calle 8.
Mientras se acercaba y dejaba atrás bloques de ladrillos y las pertenencias de lo que alguna vez había sido un hogar, pudo reconocer la melena dorada de Alana. Estaba seguro de que era ella, por fin la había encontrado después de dos semanas buscando intensamente.
Warren se agachó para observar el cadáver detenidamente, entre el polvo y los pequeños trozos de cascotes que cubrían su cuerpo era difícil distinguir la bala insertada en el cráneo de Alana. La sangre coagulada alrededor de la herida indicaba que llevaba varios días muerta.
Después del seísmo los delincuentes, rateros y asesinos tenían vía libre para cometer sus delitos con total impunidad. Campaban a sus anchas por una ciudad engullida por las ruinas en la que el orden público estaba alterado por un mal mayor. Los policías y cuerpos especiales de la ciudad seguían buscando supervivientes y no tenían tiempo para detener más fechorías.
Alana llevaba años viviendo en la Calle 8, pasaba desapercibida en su vecindario, era una residente callada, tímida y muy amable con los niños pequeños del bloque. Nunca recibía visitas en su apartamento excepto una vez al mes. El inspector Warren, acompañado siempre de su fiel amigo Max, un mastín de más de 20 kg de peso, se pasaba por su casa para llevarle una nueva carpeta amarilla, cada vez, con documentación clasificada.
La rutina era la compañera perfecta para la tapadera de Alana así podía hacer sus averiguaciones sin levantar sospecha. Llevaba más de 3 años detrás de varias pistas que no habían sido fructíferas para encontrar a los asesinos de su hermana Berna. La hermana menor de Alana, Berna, apareció cerca de la Calle 8 entre unos escombros de un edificio en ruinas lleno de polvo y con marcas de ataduras en las manos y los pies, además de con signos de tortura.
Berna se escapó de casa a una edad temprana buscando el amor de un integrante de la secta “La Orden del Arcángel”. La hermana de Alana buscaba refugiarse en una comuna llena de almas libres que se ayudaban unos a otros pero descubrió que todo lo que le había prometido aquel chico era mentira, pero ya era demasiado tarde. La secta en la que se introdujo hablaba del fin de la humanidad con un movimiento brusco de tierra que comenzaría en la calle 8 para que este seísmo no se produjera las mujeres del grupo tenían que sacrificarse para parar aquel movimiento de tierra del desahucio del mundo.
Dos semanas antes del terremoto, Warren avisó a Alana de que estaban muy cerca de los asesinos de Berna y pronto podrían atraparles. Pero ellos la encontraron antes y luego todo fue polvo.