Tenía mucha hambre. No había comido en todo el día. Caminaba en Malasaña. Por la calle Pez. Sin dinero. Estaba demasiado lejos de casa. Tenía que comer ya. Afortunadamente llegó aquel hombre. Me invitó a comer en el mejor lugar de la zona. Como niño de seis años que soy, no tenía cómo devolverle el favor. Por lo que lo abracé y le dije, “¡Feliz día del Padre!”