Precipitado al vacío
María Elena Córdova Fernández | H.E. Barry

Enseguida lo echó de menos. Su compañero estaba. Él no.
Sabía que iba a tener consecuencias, las tendría. Susana no sería indulgente, para ella era importante.
Todos los rincones se le antojaron oscuros, amenazantes. Por más que pensaba dónde se escondería, no daba con ello.
Tal vez Consuelo… Esa horrible mujer, siempre entrometiéndose en todo. Seguro que sabía algo. Pero no iba a preguntarle. Era arriesgado, podía irse de la lengua. Vamos, con certeza que lo haría.
Fue a pasear con Friday, que lo interrogaba con la mirada.
-Sabes lo que me preocupa, verdad, tío. Tal vez tú pudieras buscarlo ¿No? Se te dan mejor estas cosas que a mí.
Friday suspiró. No siempre entendía a Jonás, digan lo que digan. Mejor acabar pronto y regresar.
Jonás estaba un poco harto de las miradas suspicaces de los vecinos. Le creían capaz de cualquier cosa, menos de aquello de lo que él sí se creía capaz: capaz de superar ese verano de mierda, capaz de valerse por sí mismo… Pero reconocía que aquello debilitaba su fortaleza. Cuando Susana le preguntará ¿Qué iba a decirle? «No, no sé dónde está». Era importante para él, era importante para ella. Pero todo sería inútil, aquello lo echaría por tierra, lo desacreditaría.
En un último intento miró hacia el patio. Y allí estaba. Se había caído al patio. Sería que estaba metido en la manga de la sudadera o en el edredón.
Al menos ahora sabía dónde encontrar el calcetín. Se lo diría a Susana y no se enfadaría tanto. «Siempre pierdes lo que te regalo», le había dicho. Pero no estaba perdido, cuando volviera el vecino de vacaciones, en un rato que sacara a mear a Friday, podía pedírselo.
No se lo contaría a Consuelo, esa estúpida, que luego iría con el chisme a sus padres cuando volvieran de la playa. El limpiar dos veces por semana el piso parecía otorgarle el derecho a opinar de todo, de juzgarle, lo mismo que esos mierdas de vecinos, que luego iban contando si fumaba porros o armaba escándalo con los amigos cuando se quedaba solo el fin de semana.
No se había perdido. Solo se precipitó al vacío. Al patio.