Preguntas
jose maria gomez ponton | Alexia

¿Qué se siente al matar a alguien? ¿Qué se siente cuando sabes que vas a morir y qué son tus últimos instantes de vida? Siempre se había hecho esas preguntas y ahora él mismo las podía responder. La respuesta a la primera la sabía y cuando matar se convertía en un trabajo sólo se siente eso, la satisfacción del trabajo bien hecho. La segunda pregunta se la hacía siempre a sus víctimas siendo su seña de identidad a la hora de matar y rara vez le respondían y cuando lo hacían sus respuestas no eran convincentes ni le agradaban. Ahora él mismo sabía que se iba a morir. El tiro que tenía alojado en su intestino era mortal y sabía perfectamente que se desangraba. En el poco tiempo que le quedaba tan sólo quería que se supiese quien era su asesino y mientras su cuerpo yacía en el suelo con su mano ensangrentada intentaba dibujar, escribir algo con su propia sangre aunque todo era muy confuso. Pedía ayuda a la propia policía, su adversario y enemigo que durante años le estuvo buscando y nunca ni quiera le había conseguido poner rostro. Era un auténtico profesional y había matado por medio mundo. Su dedo índice de su mano izquierda había trazado algo. Él mismo siguió haciéndose muchas preguntas mientras su agonía continuaba. No era nada nuevo que los mismos que le habían contratado le quisieran matar para no dejar ningún cabo suelto. Siempre había salido ileso de todo pues su frialdad le permitía seguir adelante sin fiarse de nadie mientras engrosaba su cuenta corriente por matar que era su trabajo. Pero en aquella ocasión todo le superaba. Se trataba de una verdadera conspiración y por eso su último trabajo estaba tan bien pagado. Tanto que iba a ser el último y le iba a permitir retirarse para contestar a una pregunta que siempre también se había hecho: ¿Qué se siente cuando no se mata y llevas una vida anodina como la de todo el mundo? Mientras en plena noche yacía en el suelo del capitolio intentaba explicar al mundo que todo se trataba de una gran farsa y que aquella conspiración hacía tambalearse a la democracia del país más importante del mundo. ¿Cómo no lo había podido ver? Ahora ya era tarde y él era el chivo expiatorio de todo. Matar a aquella congresista era lo más fácil del mundo lo que no sabía era que matarlo a él también era fácil y eso le hizo volver a la realidad pues de tanto matar pensaba que nunca a él lo podían matar. Su dedo índice acabo de dibujar y sin duda la policía con lo que había escrito podía llegar a saber quien y porqué lo habían matado. El problema era que quisiese hacer algo al saber quien era el asesino. Dejo de respirar y él mismo supo que cuanto te mueres no sientes nada. En el suelo grabado con su sangre la pista definitiva; ?