Cansadas de su pasado laboral Paula y Alba estaban empezando juntas una nueva aventura de negocio. Iniciaron el día organizando el trabajo en su oficina de investigación criminal especializada en casos fríos (crímenes sin resolver), en un local alquilado en el centro. Sólo llevaban unas semanas instaladas en esa ubicación indagando mano a mano en algunos casos que las resultaban inquietantes, ahora sí, tenían un encargo de una familia desesperada por la pasividad en la investigación de la desaparición de su hija. Comenzaron su jornada repartiendo las carpetas del caso y racionando el trabajo como el día anterior, proponiendo una charla con las conclusiones al atardecer, con los avances para continuar la inspección y búsqueda de más información.
El día se había nublado hacía un rato y la tormenta se veía venir desde que entraron por la mañana en la oficina cuando el viento ya soplaba a gran velocidad. A esas horas de la tarde, cuando ya estaba oscureciendo en los ventanales del local, la tormenta se convirtió en violenta, con descargas eléctricas atmosféricas y relámpagos que iluminaban la oscura y silenciosa calle.
De repente un trueno retumbó en todo el edificio, la sacudida fue escalofriante y las luces se apagaron en todo el barrio. El silencio y la penumbra que se observaba a través del ventanal de la parte baja del local hizo estremecer a las dos investigadoras, agarrándose de la mano mientras esperaban que la luz volviese a aparecer.
El resplandor de la descarga eléctrica hizo que la calle se iluminara completamente, como los focos en una grabación de cine. En ese momento los gritos de los vecinos al ver correr a un hombre ensangrentado se oyeron al unísono. ¿Qué coño había pasado? Un hombre de unos 50 años pasó corriendo por el medio de la calle cuando la penumbra y la incredulidad se adueñaba de ese momento en la mente de la mayoría de las personas que esperaban que volviera la luz, que rompiera a llover o que llegará la normalidad de cada uno después de la tensión que provoca la tormenta. Pero ese hombre ¿De dónde ha salido? ¿Le ha caído el fatídico rayo a él? ¿Mató a alguien justo en ese momento de confusión por el apagón? ¿Qué coño había pasado?
Alba miraba a Paula sin dar crédito a lo que acababan de ver… Ni siquiera llegaron a hablar y Paula marco el 112. Después de ellas otros vecinos marcaron el mismo número para alertar de lo que habían visto. La Policía tardó unos minutos en llegar con sus vistosos destellos azules y ruidosas sirenas. Justo en ese momento las luces de las farolas y la iluminación de las casas volvía a verse a través de las ventanas rompiendo a llover de forma intensa.
Paula y Alba desearon que el caso se resolviera pronto y no llegara a sus manos en el futuro, a pesar de la incertidumbre y preocupación que les creó aquella tormenta.