‘- Chico, no me voy a andar con rodeos: me vas a explicar ahora mismo cuál es tu relación con estas dos estas dos personas – dijo Villafranca mostrando las fotos de dos cadáveres.
Si el individuo pretendía intimidar a Sebas fracasó en su intento. Tenía cosas mejores en las que pensar. Ni el despacho tan bien amueblado propio de un juez o fiscal con su retrato del Rey a sus espaldas ni el agente que estaba de pie junto a Villafranca con cara de mala leche lo iban a conseguir. Y estaba claro que Villafranca, que no se cortaba al estirarse y mostrar la pistola bajo su chaqueta era cualquier cosa menos un juez.
– Con sensiblerías no vas a salir de aquí – dijo Villafranca al observar las lágrimas de Sebas cuando vio el cadáver de Xabi, la única foto a la que prestó algo de atención – ¿Qué tienes que contarme sobre estos dos?
– De la muerte de Xabi me enteré por la prensa.
– Deja de tocarme los huevos y colabora. ¿De qué le conocías?
– Era un viejo amigo de la familia.
– ¿Y el otro individuo?
-No le había visto en mi vida – dijo Sebas sin disimular su cara de asco.
– Mientes fatal y creo que no sabes dónde estás.
– ¿En el CNI? – dijo Sebas con una sonrisa que provocó la carcajada de Villafranca y que el agente se tensara.
– Parece que te la suda.
– Por mi como si me matan.
– Muerto no nos serías útil.
– Es que no sé lo que quieren.
– Que nos expliques por qué mi mejor agente se inmoló frente a un narcotraficante en busca y captura.
Xabi aparecía con un montón de puñaladas en su torso y su cuello mientras el rictus del narco denotaba que había sido estrangulado.
– ¿Y por qué lo tengo que saber yo?
– Mantienes que no conoces de nada a Eduardo Falcone.
– ¿Y por qué le tendría que conocer?
– Porque viendo vuestras caras cualquiera podría pensar que es tu padre. Sois dos gotas de agua.
– Mire usted – dijo Sebas respirando profundamente – Mi padre se llamaba Miguel Vázquez y murió hace más de veinte años. Xabi es un viejo amigo de la familia porque su padre y el mío eran amigos. Y no tengo nada más que decir.
– Sabemos quién fue Miguel Vázquez, te hemos investigado. Me sorprende que fuera amigo del padre de Xabi, fue un represaliado de la Guerra Civil.
– Mi padre no quería que muriese aunque comulgara con los nacionales.
– Interesante deuda de vida – dijo Villafranca tras mirar un instante al agente que le devolvió una mirada incrédula.
– ¿Hemos terminado? Yo también tengo un deber que cumplir.
– Hemos terminado. Sabemos que tu abuela tiene alzheimer. Cuídala bien.
– Es mi madre – dijo Sebas lanzándole una mirada de odio.
– Eso, tu madre. Que no se te olvide.