Reflejo
David Rodríguez Fernández | David

Eduardo fotografiaba la escena del crimen cautivado por lo dantesco de aquella situación, aquel hombre miraba ya sin vida la pequeña cristalería del mueble desde su viejo sofá, mientras Edu sacaba las fotos, el flash se reflejaba en la vitrina devolviendo la imagen como si fuese un espejo. El cuello estaba rígido y tenía la marca de lo que parecía una cuerda en tonos púrpura alrededor de el, era evidente que lo habían estrangulado, no había indicios de cerradura forzada, así que posiblemente fuese alguien cercano a la víctima.
Edu apartaba el pelo enmarañado por cada foto que hacía, su expresión era juvenil pese a su edad, su falta de barba y su delgadez te trasladaban a los ochenta.
– La tenemos. -sentenció una de las policías que guardaba la puerta de aquel edificio en Calle del Prado. Quiso ver la identificación, pero no conseguía leerla
– Estupendo, pasaré por comisaria en cuanto termine aquí.

Edu terminó de fotografiar y analizar la escena y al salir por la puerta apareció en comisaria. Estaba extrañado,había un bullicio impropio del día a día en la comisaría. Al fondo de todo una mujer de avanzada edad alta y delgada con signos de haber llevado varios golpes en la cara estaba parada a la derecha de la mesa de Edu que se sentó invitando a la señora a hacer lo mismo.
– ¿Sabe por qué esta usted aquí? Le apunto Edu
– Porque tu quieres que esté. Contesto la señora
– la pasada noche después de mi paliza diaria me acomode como pude y me dispuse a darme un baño, aquella noche había sido más indulgente y no me castigó como otras veces así que, abrí el agua caliente y disfrute del calor del agua por mi piel amoratada, mientras el veía su puto programa de mierda.
– Entre risas e insultos a la televisión empece a masticar la idea de cogerlo entre mis manos y apretarle el gañote hasta matarlo una risa desquiciada broto de ese comentario mientras imitaba el gesto de apretar el cinturón con gesto brusco.
Edu apartaba el pelo y una gota de sudor recorrió su cara, el relato era tan cruento que palideció y un borbotón de ácido subió por su gaznate.
-Cuando terminó de beber el poco whisky que quedaba en aquella botella, fui a su cajón de la mesita de noche y cogi uno de sus cinturones, me acerque despacio por detrás mientras rodeaba el cinturón entre mis manos y justo cuando se iba girar me abalancé para ahogarlo mientras la vitrina me reflejaba su cara a modo de espejo como si aquel cristal le fuera sumiendo la vida. Edu volvió a apartar el pelo y su vista de pronto se fundió en negro.
Abrió los ojos y el ultimo trago de la botella de whisky se había derramado en la mesa formando un espejo que reflejaba su imagen pálida y sudorosa y el tono de llamada del teléfono
Acompañaba una voz al otro lado
– Edu.. tenemos otro caso..