Diógenes Laercio, el historiador griego, cuenta cómo el tirano corintio Periandro planeó su muerte para que sus enemigos no descuartizaran su cuerpo. En un bosque apartado, dos militares lo asesinarían y enterrarían.
El plan de Periandro era un poco más complejo, ya que, otros dos sicarios matarían a los militares y los sepultarían lejos de su cuerpo. Esos sicarios serían ajusticiados y sepultados a mayor distancia de los cadáveres de los segundos. Indeterminado es el número de iteraciones macabras.
Periandro murió en la Olimpiada 42, reinó cuarenta años,
es uno de los Siete Sabios Griegos, un suicida que ocultó el cuerpo del delito eliminando a los verdugos, también testigos. Esta masacre colectiva es una posta de sangre, el testimonio de una sentencia recursiva.