Allison era una joven y talentosa actriz que estaba a punto de estrenar su primer papel principal en una obra de teatro de Broadway. Pero un día, Allison desapareció misteriosamente. Su familia estaba desesperada y recurrieron al detective privado Alex Sanders para que investigara su desaparición.
Alex comenzó a investigar el caso, entrevistando a amigos y familiares de Allison, revisando su historial médico y revisando los registros de llamadas y mensajes de texto. Pero no encontró ninguna pista concreta.
Fue entonces cuando recibió una llamada anónima de alguien que afirmaba haber visto a Allison en una estación de tren abandonada en las afueras de la ciudad. Alex inmediatamente se dirigió al lugar, encontrando a Allison sola y asustada. Sin embargo, algo no estaba bien con ella. Parecía que había sido drogada y estaba en estado de shock.
Alex la llevó al hospital para recibir atención médica y, una vez que Allison se recuperó, le contó lo que había sucedido. Había sido secuestrada por alguien que la había drogado y la había mantenido cautiva durante varios días en un lugar desconocido. No podía recordar exactamente quién era su captor, pero recordaba que hablaba con acento extranjero.
Alex decidió investigar más a fondo. Después de revisar los registros de seguridad en la estación de tren, encontró una pista importante: una imagen borrosa de un hombre con acento extranjero que había estado siguiendo a Allison.
Con la ayuda de la policía, Alex logró localizar al hombre y lo arrestaron. El hombre confesó que había sido contratado para secuestrar a Allison por un productor rival que quería sabotear su obra de teatro en Broadway.
Gracias a la rápida intervención de Alex, Allison pudo recuperarse y llevar a cabo su actuación principal con éxito. Y el productor rival fue llevado ante la justicia por su crimen.
El caso había sido difícil, pero Alex había demostrado una vez más su habilidad como detective privado y había salvado a una joven actriz de un destino terrible.