El cuerpo de Alicia Agudo había aparecido tendido sobre la cama de aquel piso de Chamberí. Alicia había recibido tres puñaladas y sus manos presentaban varios cortes, muestra de que había intentado defenderse hasta el final.
La inspectora Freire fija su mirada en el letrero de “SE VENDE”, un cartel abatido por el viento que intenta descolgarse del balcón.
– ¡Aquí hay algo! – La voz de Palacios resuena en los altos techos del salón.
– Aquí está el bolso de Alicia – Palacios señala la mesa camilla intentando llamar su atención.
– Pero ni rastro de la hoja de visita que firmó el supuesto comprador, ¿no? – Freire le interrumpe mientras registra una carpetilla y comprueba que hay varias copias sin firmar.
Aquel viernes 25 de febrero, Alicia había recibido la llamada de Luis Garrido, un cliente muy interesado en ver el piso de Calle Pez. Y aunque Luis no podía visitar el piso hasta las 20:30h, Alicia había accedido para intentar cerrar bien el mes.
Esa tarde, Alicia llegó a la vivienda media hora antes de la cita. La primera impresión es muy importante. Alicia saludó al portero y subió rápidamente las escaleras. Tras dejar sus pertenencias en el salón, abrió las ventanas y el balcón de la habitación. A continuación, revisó el baño y se dio cuenta de que la cadena no tiraba bien. Alicia siempre había sido bastante manitas, así que decidida cogió una caja roja que había bajo el mueble del lavabo y la abrió. Pero allí dentro, al lado del destornillador, una pequeña cámara de video la enfocaba en su dirección ¿Quién pondría una cámara ahí?
Suena el timbre. Alicia cierra rápidamente la caja y se dirige a abrirle la puerta a su cliente. Pero mientras avanza por el pasillo, escucha el sonido de una llave introduciéndose en la cerradura. Y justo ahí, frente al marco de la puerta de la habitación, el portero la saluda en el pasillo mientras sostiene en su mano un destornillador.
– ¡Qué hace usted aquí!
El portero mete a Alicia en la habitación y cierra la puerta. Al otro lado, el timbre suena de nuevo. Luis Garrido, trajeado e impaciente, mira el reloj y llama a Alicia mientras se aleja por las escaleras…
…
Palacios entra en el baño para dirigirse a la inspectora, pero ésta ha dejado de escuchar. Su mirada está clavada en una caja roja de herramientas que hay bajo el lavabo, igual que la que vio en la portería cuando entró.
Freire baja al piso inferior y llama al timbre. Una señora en bata le abre la puerta.
– Disculpe señora, ¿puedo usar su baño?
Y allí, bajo el lavabo, otra caja roja llama su atención.
– ¿Hace cuánto tiene esta caja de herramientas?
– Pues hará unos tres meseS… Ramón, nuestro portero, se ofreció a hacernos el mantenimiento a todos los vecinos y nos la dejó.
Freire abre la caja. Una pequeña cámara la está enfocando y además falta el destornillador.