“Odio los miércoles. Todo lo malo pasa en miércoles y ese día no iba a ser menos. Tuve que acudir a la escena de un crimen cuando ni tan siquiera había amanecido. Encima me hicieron madrugar, con lo mal que había dormido esa noche. Se trataba del clásico caso de estrangulamiento con la particularidad de que, con una navaja u objeto punzante, le habían hecho un smile en el pecho. Con este eran 4 los cuerpos sin vida que habían encontrado con esa misma marca. Sospechábamos de un hombre de complexión delgada, unos 1,80 metros de altura y, seguramente, con algún trastorno mental. Estuve investigando y visitando sanatorios mentales y hospitales psiquiátricos, por si guardasen los archivos y pudiera encontrar algún hilo del que tirar. Habían pasado varios días, y se me había olvidado por completo la visita mensual a mi madre. Me gusta visitarla cada poco, cada vez está peor. Me encanta ir a la casa de mi madre, pero me siento fatal cada vez que voy. Está perdiendo la cabeza y, a veces, ni me conoce. No la suelo llamar antes de ir, total, siempre está en casa. Cogí el coche y fui para allá. Como solía ser habitual, estaba mirando por la ventana. Entré, le di un beso, pero la encontré más ida de lo normal. Subí a mi antigua habitación, mi madre no la ha cambiado desde 1988 cuando me independicé. Hasta sigue conservando mis antiguos posters. Cuando estaba en la cama, sentado en el borde, me fijé en que los cajones de mi escritorio estaban abiertos y sobre él había muchas fotos revueltas. Me acerqué por curiosidad y las miré. Eran fotos de los 4 cadáveres, pero esas fotos no pertenecían al archivo policial. Esas fotos eran del asesino. No me lo podía creer -“¿Había vuelto a pasar?”- No tenía brotes desde hacía meses. Pero mi habitación, llena de posters del dibujo smile me hizo pensar. -“Esa marca en los cuerpos no significa nada, cualquiera puede ser fan de ese dibujo”- Ese dibujo era el más popular de los años 70. Esto no significa NADA…”
– Sabes que esa historia no se la van a creer, ¿verdad? – Dijo su abogado. – El trastorno de identidad disociativo es difícil de diagnosticar y si no tienes dinero, no podrás ir ni siquiera a una clínica privada.
– Me da igual – Asentí mirando al suelo – Sé que soy inocente.
Ted se levantó del despacho del abogado y se fue al baño a refrescarse. Además de personalidad múltiple, tenía migrañas. Se mojó la nuca y las sienes y se quedó mirando al espejo. Era muy difícil mantener el control de sí mismo cuando compartía cuerpo con más personas.
Volvió al despacho de su abogado, entró, pero no había nadie. Solo encontró una nota encima de la mesa que decía “Solo tú puedes salvarte. Tu abogado, Ted” y al final de la nota, un smile.