Para Pierre Laurent, un reportero de noticias locales, la misteriosa muerte de un peregrino que cruzaba aquel otoño un pintoresco pueblecito del sur de Francia, era una oportunidad única de enriquecer el semanario de sucesos. El joven había aparecido a la salida del pueblo, sobre el arcén y cubierto de hojas, pero lo más inquietante es que le habían extraído el estómago. Dos agentes se hicieron cargo del espeluznante caso llevándose la investigación a París, pero la curiosidad y la frustración por no haber logrado ingresar en la policía, animó al periodista a indagar por su cuenta. Averiguó que el muerto era Simón Morel, que había partido desde Bélgica en peregrinación cristiana hasta Santiago de Compostela. Un joven que, según sus redes sociales, tenía una vida tan normal como la de cualquiera. A Pierre le extrañó el tema de la extirpación del estómago, y se entretuvo en escudriñar por redes sucesos similares. Después de meses de una ardua búsqueda, su sorpresa fue mayúscula al descubrir una muerte similar cada mes de noviembre en los últimos diez años. Hombres y mujeres de diferentes países que aparecieron asesinados y sin estómago. El único factor común era la amputación y la fecha, parecía obra de un asesino en serie o tráfico de órganos. Al cabo de un año sin avances, habilitó un correo pidiendo colaboración ciudadana.
En navidad fue a visitar a su madre a París. La bohemia señora tenía reservada una hermosa sorpresa.
—Hijo, ¿sabes qué? Me ha tocado el sueldo vitalicio ese tan famoso de las infusiones Tongle.
—¿En serio, mamá?, qué suerte, con eso vas a olvidarte de problemas el resto de tu vida. ¿Cuánto te ha tocado?
—Tres mil euros al mes, y además, me envían muestras gratis personalizadas según mis sugerencias.
—¿Y qué vas a hacer?
—Pues supongo que pagar deudas, reformar la casa, pero sobre todo viajar, hijo, viajar y relajarme.
A finales de año, recibió el correo de una asistenta del hotel donde había sido hallado Marco Rosso, víctima del año 2017. La mujer recordó encontrar aquel día en la papelera un sobre individual de té rojo de la marca Tongle que ponía “Hecho solo para ti, Marco”. El periodista tuvo un mal presagio, comprobó con muchos impedimentos por parte de los bancos que todos los muertos habían sido agraciados con el sueldo vitalicio Tongle, y que habían fallecido un mes antes del nuevo sorteo. En su mente surgió la terrible teoría de que la multinacional en realidad solo otorgaba un premio que cambiaba de dueño cada año, ya que el anterior moría asesinado. De esta manera se ahorraban una acumulación de sueldos remunerados y gastos importantes, pero aumentaban las ventas con el reclamo. Llamó inmediatamente a su madre, pero estaba incomunicada en los Andes bajo retiro espiritual. Tomó un vuelo a Argentina y viajó hasta el complejo. Llegó demasiado tarde, la señora fue hallada muerta esa mañana. Pierre exigió una autopsia para confirmar su teoría, pero las autoridades no encontraron restos de veneno ni de nada parecido, sencillamente, porque no había estómago.