TE LO MERECES
NATALIA PÉREZ-ESPINOSA | IKIGAI

Te lo mereces John. Te lo mereces.
Llevo días repitiendo esas palabras como un mantra. 47 años de trabajo incansable y no siento haberme ganado el descanso.
Apenas quedan 3 horas para la gran fiesta, esa que mis compañeros llevan meses preparando “en secreto “, aunque se enfrentan al mejor policía del departamento de homicidios en años. Imposible mantener algo en secreto.
-¡John! ¡El coche está aquí!
La voz de mi encantadora mujer resuena por toda la casa. Mary, la perfecta, dulce y condescendiente Mary.
Me miro por última vez en el espejo. Mi uniforme, mis medallas, mis canas, ensayo mi rictus de sorpresa y por un momento cierro los ojos. Mi trabajo ha sido duro, complejo y arduo; pura perfección, relojería suiza, pero estaba EL ERROR. El que me había sumido en el fango del fracaso, del no ser yo, del no ser. Un camino de baldosas negras que nunca me llevarían a Oz sino a creer que no merezco mi jubilación.
Llegamos a la comisaría y el fotógrafo cómplice me coloca para hacer mis últimas fotos oficiales y con el flash cientos de voces retumban en mi frágil cabeza.
-¡Felicidades John! ¡Te lo mereces!
Joder, callaos, ya sé que me lo merezco…
De repente una mujer se acerca a mi. Es Susan. Tengo que respirar profundo y volver a fijarme. Sí, es Susan. Abre mi mano y deposita una pulsera en ella.
-Querido John. Es de ella. Quiero que te la quedes y pongas en paz tu alma.
Todo se remueve, todo vuelve. EL ERROR. Rachel Harris, la victima número 4. Yo con 30 años, cuatro asesinatos, un jodido asesino al que no he logrado cazar pero que sigue vivo, lo sé, esos viven para siempre.
Mary me sujeta. Yo me aferro a la pulsera, tanto que se me marcan las cuentas doradas en la palma de mi mano. Ojalá estuvieran ardiendo.
Cuándo llegamos a casa la verdadera felicidad me invade. Mi sillón, mis perros, mi programa favorito(por favor ,Mary, no molestes);pero antes subo a mi habitación, me desvisto y doblo cuidadosamente mi uniforme. Sostengo mi arma reglamentaria. Mañana la devolveré. Abro el armario y me siento en la cama contemplando mi caja fuerte.
Se acabó John. Ya puedes descansar.
Deposito la pulsera de Rachel dentro y echo un vistazo al interior. El colgante de Charlotte, el anillo de Stelle y la diadema de Clarence, esa chica era un verdadero ángel.
Dibujo un círculo con la mano. Perfecto. Ni las pastillas, ni los psicólogos, ni siquiera el whisky me las arrancarán de la mente, porque no quiero; porque han sido mi mejor ERROR.
Acerco mi mano a la cerradura y con la otra empujo el cuchillo ensangrentado hacia el fondo de la caja.
-¡John! ¡Va a empezar el programa!
Con un vigor inusitado me levanto, sonrío al espejo a lo Norman Bates y me dispongo a celebrar mi obra acabada, el triunfo de todos mis demonios……porque te lo mereces John. Te lo mereces.