Aquel día llegué a mi casa y allí estaba el cadáver de mi jefe, en mi salón, yo no pude hacer otra cosa que gritar, así que un vecino llamó a la policía. Diez minutos después estaban en mi casa haciendo las típicas preguntas que ves en una serie de crímenes. Yo ya sabía quién lo había hecho pero no podía decirlo¿y si la siguiente era yo?
Tres semanas más tarde detuvieron a mi compañera resulta que ella tenía una aventura con él y por eso le había dado ese ascenso, ese que yo me merecía, lo que me sorprendió es que era la misma que fue tan amable conmigo cuando llegué a este trabajo.
Renuncié, no podía seguir yendo a aquella oficina sin imaginarla a ella matándolo en mi salón, además ¿por qué el mío?, no sé, quizá pensó que yo era la mejor opción para inculpar a alguien, al fin y al cabo tuve móvil, medios y oportunidad.
Solo quería decirte que se merecen todo lo que les ha pasado, si no lo hacía yo ¿quién lo haría?, se estaban burlando de mí.
Para cuando leas esta carta yo estaré en algún país sin extradición, por tanto voy a confesar que lo maté yo y la inculpé, todo lo hice yo. Lo siento.
Te quiero mamá .
Tu hija.