TRES CORAZONES SIN VIDA
Natalia Sánchez Aguilar | NATALIA S.

Dicen que aquel que ansía en su corazón ser policía, defiende su valor y su integridad. Desde el asesinato de tu hermano Daniel, nos has demostrado una gran entereza. Creo que eres uno de nuestros mejores policías, Joan.

A Joan le resonaban una y otra vez en su cabeza las palabras que el comisarío Bernet le había dicho aquella misma mañana delante de todos los compañeros. Se imaginaba mil respuestas posibles, pero solo podía quedarse en silencio. Sus oídos escuchaban un murmullo lejano y sus manos se escondían tras la espalda, temblorosas, clavándose las uñas. Observaba como se echaba hacia atrás en su asiento, creyéndose un Dios impune de castigo ante el crimen que había cometido. La vanidad y la frialdad de su carácter eran compensadas con palabras afables y bondades acerca de su buen hacer como policía. Pero Joan solo podía fijar la vista en aquel traje negro, reconocible por los gemelos dorados que un año atrás presumió como regalo de aniversario de su mujer, Margot.

Joan cerró por un momento los ojos. Las palabras de Bernet se entrelazaban en su mente con imágenes de aquel día que, escondido en un armario de la casa del comisarío, observó aquellos gemelos manchados de sangre, su cara enrojecida, sus gritos de furia y el cadáver de su mujer Margot y su hermano Daniel sobre el suelo de la cocina. Ambos habían empezado una relación y se habían enamorado sin que Bernet tuviera la mas mínima sospecha.

Joan – dijo Daniel-, estoy enamorado de Margot. Se que es un problema pero estoy dispuesto a asumir el riesgo que conlleva.
Después de un largo café caliente, ambos hermanos estuvieron discutiendo sobre como podría derivar una situación así y de que manera podría afectar a la carrera policial de Joan si el comisario Bernet lo descubría. Pero llegaron a pensar que la discreción en su relación hasta que Margot abandonara a su esposo, evitaría cualquier tipo de sospecha.

Joan volvió a la realidad, escuchando las palabras de Bernet.

Como te iba diciendo Joan, has demostrado una gran entereza y valoro tus cualidades como policía. Has sido discreto e inteligente a la hora de investigar este caso. Por eso creo que debes de ser sincero, dime, ¿por qué mataste a tu hermano Daniel?

Se hizo un silencio atronador entre los compañeros, quienes giraron la cabeza para mirar a Joan, unos con desprecio, otros con miedo.
Joan no pudo articular palabra. En su mirada, profunda perdida y vacía, volvió a recordar aquellos gritos de Bernet, desesperado por ver aquellos dos cadáveres en su casa, su cara enrojecida de la impotencia, sus manos rojas de acariciar la cara ensangrentada de su esposa. El sabía que ella planeaba abandonarle, pero su felicidad estaba por encima de la suya. Joan no pudo soportar el dolor del crimen que había cometido, proyectando su odio hacía Bernet, creyendo que el era el verdadero asesino para aliviar su dolor. Sin embargo Joan…solo pudo articular 3 palabras…”Amaba a Margot”.