UN ANÁLISIS COMPLEJO
Javier González Alcocer | El Jinete Azul

El subinspector Gormaz está acabando el curso para ingresar en la Unidad de Investigación de Crímenes Violentos. Le espera una de las pruebas finales, se trata de analizar un escenario criminal. El jefe de la Unidad, el comisario Vidal, realiza personalmente esta prueba, él mismo la ha preparado. Los cuerpos que figuran como víctimas suelen ser agentes de la unidad.
Esta mañana el comisario se puso en contacto con el subinspector para confirmarle la hora y la dirección a la que debía acudir. Gormaz localiza la calle y el número indicados, se trata de una vivienda unifamiliar. La cancela está abierta, así que accede al interior, en la puerta de entrada le aguarda el comisario. Se saludan con un “buenos días” que suena nervioso en Gormaz.
—Lo más importante es saber mirar, hay que captar los detalles, encajar la escena para llegar a una conclusión razonada —Vidal mira al subinspector mientras habla—. Ahora sígame.
Caminan por un pasillo con puertas a ambos lados. “Deben de tener preparados diferentes escenarios para entrenarnos”, piensa Gormaz de manera fugaz, pues el comisario se ha detenido delante de él.
Vidal abre una puerta que da paso a una habitación, con un gesto indica al subinspector que entre. Una vez en el interior, el comisario se sitúa al lado de Gormaz.
—Como verá, estamos en un escenario con poca luz, la persiana está bajada casi por completo —Vidal habla de manera pausada—, eso nos complica el trabajo, pero son circunstancias que debemos superar.
Gormaz asiente, está atento a cada palabra de su superior.
—Empieza su labor, ¿qué tenemos aquí? —pregunta el comisario—. Analice Gormaz, analice.
—El cuerpo de una mujer tumbada boca abajo, no se le ve el rostro, está cruzada a lo ancho de la cama —Gormaz habla mientras se mueve con lentitud por la habitación—. Viste lo que definiría como una bata corta de color pálido —se inclina sobre el cuerpo—, hay dos agujeros en la tela. Si añadimos que está oscurecida y que desprende cierto olor, diría que ha recibido dos disparos, muy posiblemente en la columna vertebral.
Vidal se mantiene en la misma posición inicial, escuchando las palabras del subinspector.
—Prosiga, ¿qué más nos dice la habitación?
—No hubo pelea, todo está en orden —continúa Gormaz después de recorrer todo el perímetro y detenerse junto a la cama —, la mujer daba la espalda a la persona que la asesinó, lo que significa que la conocía. Al no existir signos de lucha, es de suponer que confiaba en esa persona, no esperaba que la disparase. Probablemente fue una ejecución —Gormaz habla sin apresuramiento, se siente más tranquilo a medida que elabora su razonamiento—. Podría ser su novio, un amante, un familiar.
—Ha realizado un análisis interesante, pero incorrecto —asevera Vidal mientras con rapidez saca su arma y aprieta el gatillo dos veces, incrustando en el corazón de Gormaz dos proyectiles—, se ha olvidado usted del marido engañado.