El inspector entró en la escena del crimen, el cuerpo de un hombre vestido de mujer, con tacones y peluca rubia yacía en el suelo sin vida con un cuchillo clavado en el corazón. Una mujer estaba sentada en la cama, desquiciada, repetía:“Le dije que no me la cogiera, que era nueva y aún no me la había puesto. No me importaba que le gustara vestirse de mujer, pero se lo avisé, ¡esa no me la cojas!” El inspector entendió que el caso estaba claro y mandó llamar al juez. Al salir, el agente que custodiaba la puerta, le preguntó, “¿Que ha ocurrido?, él respondió, “Ha sido un asunto de faldas”.