La Inspectora Lola Fletcher tardó cinco minutos en llegar a la iglesia de San Isidoro.
_ ¿Qué ha pasado?
_ Han encontrado el cuerpo sin vida de una mujer en la sacristía. Presenta múltiples heridas _respondió la subinspectora Candela Sierra_. Y, hay algo más.
_ ¿Algo más? _preguntó Fletcher dirigiéndose al lugar.
En ese momento, un chico cubría el cadáver con una sábana.
_ ¡Eh, imbécil, no toques nada! _gritó enfurecida la inspectora.
_ Yo… _El chico no supo que decir.
_ Fletcher, es Antón, el nuevo. Ya te he hablado de él _le recordó Sierra.
_ ¿Antón? Ah sí, perdona, soy la inspectora Fletcher. Bienvenido al equipo.
_ ¿Fletcher? ¿Cómo Jessi…?
_ Sí, como Jessica Fletcher. _Ni siquiera le dijo acabar la pregunta_. ¡Anda, levanta la sábana! _le ordenó bruscamente.
Antón obedeció, dejando al descubierto la cara de la mujer.
_ ¡Joder, pero si a esta la conozco yo! Es Charo, la gilipollas de mi vecina _soltó de repente la inspectora_. Con las veces que he soñado en arrancarle los pies. Todos los putos días andaba con zapatos por casa. ¿Y los pelos del perro? Tengo el poyete de la ventana que parece una alfombra. Creo que hoy es mi día de suerte. _Una sonrisa se dibujó en su cara.
Candela y Antón se miraron y, luego, clavaron sus miradas en Fletcher.
_ ¿Qué pasa? Que me alegre de su muerte no significa que no quiera descubrir a su asesino.
_ Quita la sábana _ordenó Candela a Antón.
_ ¡Hostia, no tiene pies! _exclamó la inspectora.
_ Y eso no es todo _dijo muy seria la subinspectora_. Antón, ábrele la boca.
_ ¡No fastidies! ¡Le han introducido pelos de perro! _advirtió nerviosa Fletcher.
_ Dudábamos de que animal se trataba. Gracias por aclarárnoslo _respondió Sierra mirando a Antón.
_ ¿No pensaréis que he sido yo? _manifestó la inspectora incrédula_. Alguien quiere cargarme el muerto, eso es evidente, pero… ¿quién? Solo los cuatro vecinos que han asistido a la última reunión de la comunidad saben de mis problemas con Charo.
_ ¿Algún otro vecino tenía conflictos con la mujer? _intervino Antón.
_ Que yo sepa, ¡todos! Era una hija de puta amargada. Se dedicaba exclusivamente a ir a misa y a joder a los vecinos, aunque… _Fletcher se fijó en las manos _ ¡qué curioso! ¿Charo con las uñas pintadas de rojo? Esto no me cuadra. Era tan puritana que ni se maquillaba.
Al momento, la cara de Fletcher se iluminó.
_Creo que ya sé quién es el culpable. Solo un vecino que asistió a la reunión, Chao Ching, tiene un negocio de nails o como se llame. Será cabrón. Quería endiñarme el muerto. Todos los días el perrito de Charo meaba en su puerta. Supongo que no ha aguantado más y ha acabado con ella.
_ Pero ¿por qué pintarle las uñas? _se extrañó Antón.
_ Supongo que defecto profesional. Ha dejado a la vecina hecha un cristo, pero las uñas tenían que estar perfectas _confirmó la inspectora_. Ahora, si me disculpáis, tengo que detener a un sospechoso.