Era un día como otro cualquiera del mes de mayo en Madrid, no presagiaba nada nuevo ni extraordinario.
May despertó con toda su buena aptitud para enfrentar un nuevo día, lo que ella no
sabía es que esta iba a ser diferente del resto de dias.
Salió a la calle y fue a buscar el tren .De repente vio algo diferente en el ambiente.
Las personas que allí se encontraban eran y actuaban de forma rara.
Cuando llegó a la estación en la que siempre se bajaba , el tren se paró de repente, se
apagó la luz del vagón y las puertas no su estación no se abrieron.
Todos los pasajeros se encontraron en un tiempo en máxima tensión.
En la siguiente estación ,May, por fin pudo bajar del tren y caminar hacia su oficina.
Al llegar al edificio de su trabajo May pasó como siempre el control de
seguridad, y subió en el ascensor hasta la planta tercera, donde se ubicaba
la editorial donde ella trabajaba.
En el lugar se encontraban compañeros de la noche anterior que la saludaron. Ella les respondió y se dirigió hacía su mesa.
May vio que su mesa estaba colocada de forma distinta a como ella la había dejado el día anterior, eso la alertó, pero sin demasiada importancia.
Las primeras llamadas del día fueron como siempre demasiado pesadas, pero nada extraño para comenzar la semana.
De repente tuvo una llamada misteriosa.
Un hombre al otro lado de la línea sin identificarse, le comunicó que tenía un sobre
en su mesa, y que tenía que seguir las instrucciones que allí se daban de inmediato.
En el cajón encontró un sobre ,y en él una carta, con una serie de cifras y letras que
no logró entender :
CALLE DEL OLVIDO 1242.
Como tenía trabajo atrasado May, apartó el sobre, y lo dejó en la bandeja de
asuntos pendientes (cuando tuviera tiempo se ocuparía de ese asunto) ,antes
tenía otras prioridades que solucionar.
Acabada su jornada laboral, May recogió sus pertenencias y ordenó el escritorio
para continuar al día siguiente.
Bajó a la calle, y de repente se acordó del sobre que había llegado y subió a recogerlo.
Llegó de nuevo al despacho, cogió el sobre, y volvió a salir a la calle.
Ya en casa lo abrió y miró su contenido de nuevo:
CALLE DEL OLVIDO 1242.
Como tenía curiosidad, cogió su bolso y se encaminó a la dirección de la carta, sin saber que se podría encontrar allí.
La calle no era nada especial.
Edificios y locales, como en cualquier otra calle de Madrid, solo una llamó su atención . Se trataba de una puerta de hierro más alta que las demás de la calle y que daba a un patio interior y oscuro.
Llamó al portero de la casa y su llamada no fue atendida al otro lado de la línea,
pero de repente, la puerta se abrió, y May entró dentro.
Quién fuera que escribió la carta, la estaba esperando y vigilando , ella no dudó
y siguió andando hacía la casa….