Aquella calurosa mañana de Agosto los vecinos alertaron de un incendio ocasionado en un pequeño almacén, aunque sin duda la noticia no estaba en el fuego, sino más bien en el cadáver hallado entre los escombros.
El detective JL estaba llevando un caso bastante complejo de asesinatos múltiples y este hecho aparentemente aislado podría proporcionarle varias piezas de las muchas que aún le faltaban a su particular puzzle de investigación.
Durante los últimos meses se habían cometido 7 asesinatos en intervalos regulares de tiempo, llevando una sucesión correlativa que comienza el día 10 del primer mes que empieza la línea de asesinatos, y continuando el día 25, y así las últimas muertes datan del día 12 y 27 del tercer mes.
Todas las víctimas tenían un denominador común entre sí, todos pertenecían o tenían en común la misma familia, en un primer borrador la madre viuda llegó a ser la principal sospechosa, aunque después de varias investigaciones se concluyó que podría ser el centro de la diana del asesino.
El cadáver hallado parecía ser otro allegado más a añadir a la línea de asesinatos, pero también se había descubierto una importante pieza clave para convertir en posible sospechoso a la propia víctima calcinada, incluso se barajaba la hipótesis de que pudiera ser uno de los hijos.
Este pequeño almacén cuyo incendio por el momento se mantiene en un segundo plano en lo que al caso se refiere, se encuentra situado en la parte trasera de un edificio semi abandonado con entrada en el lado contrario, el número 14 de la calle Lane.
Los pocos vecinos que allí vivían, algún que otro par de ancianos ya en las últimas, por supuesto, no sabían nada de lo ocurrido.
En el último piso, hallaron lo que podría ser «el laboratorio de la escena del crimen», un ático bastante abandonado y muy sucio, como un pequeño apartamento sin habitaciones, había ropa esparcida por el suelo, restos de basura por todas partes, un camastro viejo, un pequeño hornillo con más restos de comida y una mesa vieja cerca de la ventana principal que daba al pequeño almacén incendiado.
Sobre la mesa había un cuaderno y algo para escribir, además de más restos de comida y bebida.
En las páginas del cuaderno podía leerse algo así como una despedida, parecido a una carta de suicidio, contando los motivos que le llevaron hasta tal fin, relatando lo mucho que llegó a odiar a su familia por haberle abandonado, en sus últimas páginas también detalla todas y cada una de las muertes cometidas a sus víctimas, incluido a su propio hermano.
Todo esto parecía ser una confesión de puño y letra pero, aún quedaba algún cabo suelto…
-¿Por qué alguien que detalla una vida feliz, con proyectos, aventuras y más, decide matar a su familia?-.
El detective JL advirtió un detalle, las últimas hojas del cuaderno habían sido escritas por otra persona diferente…
-hoy es día 13, es posible que esto aún no haya acabado…-