UNA MEDIA ROSQUILLA
Héctor Alonso Sierra | Dante Lasombra

—¿Quedan?
—Diría que no, Sherlock, pero puedes investigarlo tu mismo.
—No sé qué es mejor, si tu tufo a meada de gato o tu gran sentido del humor.
—Deja en paz a Totoro, al menos él vuelve todas las noches. No como tu mujer que me pone el desayuno cada mañana.
—No, si lo que yo decía. Entre Bill Murray y el puto gato con botas…
—No me seas Calimero, anda. Tienes más rosquillas en el asiento trasero, pero déjame alguna. Es solo por la eternidad que llevamos aquí metidos.
—No me puedo creer que tu simpático comisario me mandara hacer esta mierda de vigilancia.
—¡Gracias hombre!, gracias por lo que me toca. Sin embargo, para que su excelencia no se altere, ya me meteré yo en el fango si hace falta. No vaya usted a ensuciarse.
—¿En qué fascinante historia te basas para decir esas chorradas?
—Todo el mundo sabe que ya te largas para ser inspector. No creas que no me he enterado.
—¿Y me lo sueltas así?
—No, si quieres te mando una lechuza.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Se le escapó a Claudia. Quería hacerte una fiesta de despedida y no se dio cuenta de que yo, tu compañero, único amigo y el que te sujeta tu mierda de frente cuando te ahogas en el vómito de borracho, no lo sabía.
—Espera, que creo que Escarlata O’hara llama a la puerta.
—No entiendes nada…
—Claro que lo entiendo. Quieres que me quede aquí. Comiendo rosquillas y creyendo que somos Starsky y Hut.
—Hutch.
—Como se diga… ¿No ves que no podemos seguir así?, ¿Que hace ya más de veinte años que entramos en la poli?, ¿Qué los viernes de videoconsola y los sábados de McDonald’s mientras me señalas los culos de tías a las que no vas a hablar en tu vida ya no tienen sentido?
—Creí que aún te gustaba.
—Joder tío, que tenemos ya casi cincuenta palos…
¿Ahora no dices nada?
—Ya están aquí…
—Poltergeist, 1982. ¿Es lo único que se te ocurre decir ahora?
—No joder, que acaban de llegar, subnormal.
—Me caguen todo ¿Has visto cuántos han entrado?
—Creo que unos cuatro. Dos de ellos llevaban algo en la mano.
—¿Cómo que algo?, ¿un cortaúñas, un secador de pelo, una máquina de escribir?
—Una pipa, joder, una pistola.
—Llama a la central y que nos envíen refuerzos.
—¿Tú has traído el arma?
—Me vacilas, ¿verdad? ¿Has venido a una vigilancia sin la automática?
—Joder, yo pensaba que íbamos detrás de cuatro niñatos.
—Si joder, pero ahora los niñatos juegan al Call of duty.
—Mierda, tío. Están saliendo.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Ostia, creo que nos han visto.
—Mierda, vienen hacia aquí.
—Joder ¿Qué hacemos?
—Si hubieras traído la pipa, subnormal.
—Bésame.
—¿Cómo?
—Qué me metas el morro, coño.
—¿Han pasado ya?
—Sí, ya se están alejando…
—¡Qué fuerte ha sido esto!
—…
—¿Ahora vuelves a no hablarme?
—No sé tío, no sé… 
¿Qué tal con Claudia… ?