Una muerta en mi ducha.
Beatriz Roger Torres | Lola Lobos

Me despierto por culpa del estruendo que está provocando la tormenta ahí fuera. Lleva dale que te pego, toda la noche, pero la pastilla ha hecho bastante efecto, o eso dice mi luminoso móvil: son las cinco cuarenta y cinco. he dormido seis horas seguidas. Viva la química. Pretendo hacerlo más rato, dejo el teléfono boca abajo y me cubro la cabeza con la almohada, a ver si hay suerte. Pero va a ser que no. Vale. En pie. No voy a quejarme. En realidad, no recuerdo la última noche en la que conseguí dormir tanto.
Corro al cuarto de baño para saciar la típica tópica urgencia fisiológica y me miro en el espejo. Vaya careto, tío. Date una ducha, a ver si mejoras.
Corro la cortina, medio dormido todavía. Levanto la pierna y justo cuando estoy a punto de poner el pie en el frío plato de la ducha, la veo. Y grito. Grito tanto que supongo que me han oído en cualquier otro planeta además de en este. Está de espaldas, sólo puedo ver su pelo enmarañado, lleno de sangre seca, creo, y su cuerpo desnudo. Tan desnudo que supongo que, de estar viva, sentiría mucho frío. Y no se me ocurre otra cosa que dejarme caer a su lado, deslizándome poco a poco por las baldosas blancas hasta quedarme sentado. No sé quién es. No sé qué hace una mujer muerta en mi bañera. Anoche llegué solo a casa. Me acosté solo. Pero ahora son casi las seis de la madrugada, llueve a cántaros y hay una chica encogida en mi bañera, con las piernas dobladas, la piel tostada y todavía bonita, la melena hecha cisco y la manicura perfectas. Tal vez sea guapa. Parece guapa. ¿Qué hago? Debería llamar a la policía ¿Verdad? Pero ¿Qué les digo? Oiga, me he despertado y he encontrado a una mujer muerta en mi cuarto de baño. Parece un asesinato. Pero quizás ha resbalado. No, no sé qué hace aquí. No, no era mi invitada. De hecho, aunque no puedo ver más que su espalda, ni siquiera me suena. ¿Por qué lloro, si no la conozco?
Suena el timbre. Joder. Joder. ¿Qué hago?
Salgo de la ducha procurando no pisarla y voy hasta la puerta.
-¿Quién es? ¿Quién llama?
-Policía. Abra.
Voy a morir de un puto infarto. Ahora. Caeré fulminado y nunca sabré qué hacía una mujer con el pelo ensangrentado en mi bañera.
-¿Qué quieren?
-Que abra, qué va a ser. Han llamado los vecinos. Han oído gritos. Abra de inmediato.
Golpes en la puerta. Están enfadados. Debería abrir. Mi corazón late demasiado rápido. Demasiado fuerte.
Pero abro.
-Feliz despedida de soltero!!!!!!!- gritan los cabronazos de mis amigos, disfrazados de policías, los muy mamones.
Entran en tromba. Oigo una risa detrás mío.
-Hola cariño- la muerta, no sólo no está muerta sino que está muy buena- Los chicos dicen que escribes novelas de misterio y han decidido sorprenderte con una muerta. Por cierto, soy Lola. Y soy actriz.