Usuario desconocido, llamada sospechosa
Antonio de Torre Álvarez | VonTurmSchreiber

Ni me atrevo a marcar el número que me han pasado porque, sin ninguna duda, es una trampa, y no me la quiero jugar con el viejo truco de «llámame, es urgente», que luego te injertan en el móvil un virus, una baliza de seguimiento, un micrófono, una cámara siempre activada o cualquier otro chisme indiscreto, y es cuando te la lían, pero esta vez, no, no soy novata; en todo caso, y siempre me han dicho que es un defecto, algo indulgente con los errores de las personas, con sus problemas, sus defectos y sus debilidades, que les hacen cometer tonterías sin pensar en las consecuencias de sus actos, como creí que pasaba con aquella ladrona de pañales que detuvimos nada más abandonar el supermercado, la misma que luego dejamos irse de rositas, sin cachear, pero que la muy lagarta también había pillado varios relojes caros y un smartphone, y los tenía bien escondidos entre sus ropas y las cosas del bebé que llevaba colgado, no lo niego, ahí me superó el impulso solidario, ese que a veces pierde a un policía de barrio que ama su trabajo, y no puede ser, no, tengo que hacérmelo ver, y cumplir lo que me sugiere el comisario jefe todas las semanas, como una invariable letanía «Lucía, no te dejes llevar por el corazón, que para eso ya están las oenegés, los curas y los santos, y de esos cada vez hay menos», como siempre, con razón, aunque no tengo muy claro que de las primeras haya escasez, pues si eso fuera cierto, por qué cada vez que respondo a un número sin identificar en el móvil, me sale algún interlocutor ecologista, caritativo o luchador por la libertad que me pide fondos para su causa, y luego tengo que responder que no, que bastante tengo con salir adelante y bregar a diario para que haya menos ladrones, violadores, maltratadores en la calle, y para que la ley triunfe y todos estemos más tranquilos, o sea, que no, que no voy a marcar el número que me ha dado ese tío que huele a sospechoso incluso sin tenerlo delante, que mejor me espero hasta llegar a la comisaría y les pido a los de ciberseguridad que se encarguen y averigüen lo que puedan, pues para eso se han gastado las autoridades una pasta en modernizarnos y blindar todos los cacharros frente a caballos blancos voladores de cualquier pelaje, a ver si es verdad, y me quitan este marrón, y cierro el turno sin más contratiempos, que hoy ya no estoy para más palique, punto.