VENGANZA
Jesús Manzaneque Fraile | Taniamiamor

La detonación iluminó la solitaria calle; la bala de la justicia penetró limpiamente en la cabeza. El comisario Méndez sonrió, casi con admiración, al ver la perfección del orificio de entrada. Renunció a comprobar si en su salida el proyectil había causado el mismo efecto.
«Marga estará orgullosa, una promesa es una promesa y el infierno entre sus piernas merece cualquier riesgo».
No tiene prisa, él es la ley en la ciudad. Tranquilamente se apoya en la pared mientras observa entre curioso y morboso la sangre y la masa encefálica que resbalan por el pavimento. Enciende un cigarro. Sabe que eso acabará matándolo «pero no hoy», piensa. Una última calada, arroja la colilla al suelo y la pisotea mirando indiferente al muerto. Ni le conoce ni quiere conocerlo. Sus instrucciones fueron claras: “A las nueve en el veinticinco de la calle Serrano, por favor, rápido y certero. ¿Sabes? haré lo que quieras, seré tuya”.
Semejante proposición viniendo de una mujer como Marga no era para desdeñar. En aquella reprimida sociedad de postguerra, cualquier desahogo era bien recibido. Méndez añoraba la “buena disposición” de las presas del 39. «Putas rojas, pero carne aprovechable» pensaba.
Pero eso se acabó y ahora entre padrenuestros y novenas, no había manera de lograr un triste coito.
Y Marga sería para él. Que más daba un muerto más, tampoco sería el primero.
A la mañana siguiente, al entrar en la Comisaría, el inspector García salió a su encuentro.
— Buenos días jefe, han encontrado al general Gálvez tiroteado en la puerta de su casa — dijo y enseñándole el periódico añadió — y encima sale en primera plana.
……………..
— ¿Puedes explicarme esto? —dijo el comisario arrojándole el periódico con violencia, al mismo tiempo que le apuntaba con su pistola.
— Cariño, no es lo que parece. ¡Cálmate, amor! Tomate una copa y te cuento.
— No me gusta que me tomen por tonto —respondió—. Un coñac… doble. Y ya puede ser buena tu explicación. —añadió mientras apuraba su copa de un trago.
— Imagina: 1920, una jovencita entra a servir en una casa bien, la mujer una beata empedernida, el marido un militar con pretensiones, atractivo y libidinoso. Y el resultado, un embarazo, un despido fulminante y una niña que creció entre la miseria y la vergüenza. Ese era vuestro “héroe”, al que acabas de quitar de en medio. Y tú, pobre iluso, has sido solo el instrumento de mi venganza.
Intentó levantarse del sillón, pero le fallaron las piernas, cayó de rodillas frente a Marga y dejó caer el arma al suelo, sin fuerzas.
— No te dolerá apenas —dijo esbozando una leve sonrisa—, el veneno de tu copa será fulminante — y mirándolo fijamente, su sonrisa se convirtió en carcajada— no me recuerdas, ¿verdad? ¡Fascista hijo de puta! Claro, estaba bastante más delgada y sin pelo. ¡Púdrete en el infierno!

Méndez entorno los ojos y su mirada desprendió un odio infinito. Intentó, al menos, cuadrarse y estirar el brazo con marcialidad. Su honor se lo pedía.
— ¡Arriba Espa…— y no pudo terminar.