Vigilar
Marisol Rozo | Flor de Lis

Vigilar

Hace unas semanas Pablo Cuadrado no imaginaba que estaría en esta situación, no, ni parecida, tenía mucho miedo, de casi todo.
Lo vigilaba con una distancia segura, llevaba puesta siempre ropa distinta, que no lo delataría jamás. Ni su propia madre lo reconocería.
Las últimas fotos que le hizo son evidentes, los documentos lo demuestran todo. No ha hablado con nadie, quiere que cuando vean las pruebas sea absolutamente cierto. No quiere pasar por idiota. Saborea el gusto de lo que está a punto de suceder, le vienen a la mente recuerdos tristes. Los espanta, ahora todo será distinto.
Han sido meses de investigación, cuando la sospecha se clavó en su mente la primera vez, pensó estar loco, y decidió averiguarlo por sí mismo, a lo Sherlock Holmes. Le temblaban las piernas cuando lo seguía, si lo reconocían sería el final de todo.
Algo inusual está pasando, ve cómo empieza a llegar un montón de gente al restaurante donde el hombre al que vigila cena a diario. No viene casi nadie a esta hora, es extraño
Tal vez por los nervios está paranoico. ¿Y si sabe que lo está siguiendo?
Se calma, toma un trago y sigue observándolo desde la ventana del bar de enfrente, su punto de vigilancia. Hace un par de fotos disimuladas con el móvil, y continúa alerta. De pronto, ve como alguien se sienta con él hombre, esto no es normal, nunca cena acompañado, ¿Quién es esa mujer que se ha sentado con él?
¡Se va a ir todo a la mierda! piensa, suda. Termina la copa y pide la cuenta, decide salir y acercarse un poco para ver de quién se trata.
Todos los indicios que encontró señalan a Pérez, su jefe, y lo va a demostrar. Lo despidieron por sospecha del robo a los fondos de la empresa en la que trabajaba, perdió a su mujer y a sus hijos, lo perdió todo. Hoy es el día en el que por fin la verdad saldrá a la luz.
Sale del bar después de enviar los documentos al departamento de policía, se pasea por la acera mientras habla por teléfono. Cree reconocer el perfil de la mujer que se ha sentado con Pérez.
Es Teresa, la exmujer de Pablo Cuadrado. Del otro lado del teléfono, el inspector de policía le dice que ya ha revisado los documentos, que envía una patrulla, que no se mueva de allí.
Pablo se acerca todavía más, no lo puede creer, si, es ella. Atónito observa como el resto de las personas que están en el restaurante son sus compañeros de la empresa, ríen y brindan. Una sirena se escucha cerca, Pablo sigue con el móvil en la mano, cae en la cuenta, no ha dado la dirección al inspector. Es tarde, ya se han bajado dos policías del coche y le apuntan con sus pistolas.
Inerme ve, como todos se asoman a los ventanales y lo miran fijamente, mientras le ponen las esposas.