VUELO SOBRE LIENZO
Ignacio Merino Morillo | Fabio de Éfeso.

—No pregunto si lo sabes hacer, pregunto si lo has hecho antes. —Simón pierde la paciencia.
—No.
— ¿”No” qué?
—No lo he hecho nunca—responde el brasileño.
— ¿Crees que puedo confiar en que lo hagas, si no lo has hecho nunca?
—He visto cómo se hace.
—Joder… ¿de dónde coño has sacado a este tío? — Se lo pregunta a Henry.
—Si él dice que puede, puede. Yo respondo por él—su acento británico no suena convincente.
— ¡Coño Henry!, no es que tú respondas por él, es que si este tipo no es capaz de hacer volar un helicóptero, cosa que no ha hecho nunca, nos vamos los tres directos al talego. Y entonces, ¿cómo vas a responder tú por él?
Tapean en una cervecería de la calle Pez. Joao rompe el silencio.
—Tengo un don.
— ¿Qué?
—Tengo un don. Puedo hacer sin problema todo aquello que observo con detenimiento. Lo que sea. Fui auxiliar de helicóptero forestal en Brasil. Puedo hacerlo.

(Jefatura de Policía. Madrid)
—Si cerramos la zona de este modo no tendrán escapatoria.
—Jefe, quedaría libre la parte de atrás, la del helipuerto.
—Por allí no pueden salir, salvo que tengan alas.
—Jefe… el helicóptero.
—No jodas Benítez, ¿desde cuándo unos atracadores tiran de helicóptero para escapar?, ¿estos han estudiado en Harvard o qué?

(Simón llama a Henry)
—Hello?
—Lo hacemos. No voy a perder esos tres millones de pavos. Dile al cerebrito que repase los vídeos de «Youtube». Como no despeguemos que se prepare. Mañana a las doce.
Henry piensa: «Como no despeguemos, nos podemos ir preparando todos».
(Dispositivo policial)
Una mansión en un acantilado, es el lugar elegido para la exposición de arte. El aparcamiento está lleno de coches de lujo. En el jardín se muestran caballos árabes y españoles.
El Jefe habla por el equipo de comunicaciones. Mira a través de unos prismáticos:
—Benítez, ¿de dónde has sacado el traje?, desde aquí pareces una morcilla de Burgos.
—Respiro a duras penas, Jefe. Como estos no aparezcan pronto me desmayo. —habla para su muñeca, donde esconde el pulsador bajo el traje.
—Al resto de indicativos, quiero a todos con los ojos bien abiertos.
Se escuchan disparos en el interior de la mansión. Benítez corre pistola en mano. Nota como el traje se rasga por varios sitios al activarse los músculos de su cuerpo. Cuando entra, se encuentra con los disparos de un subfusil que le obligan al cuerpo a tierra, como a todos los presentes. Los autores huyen hacía el jardín trasero, uno de ellos lleva dos cuadros a cuestas.
Benítez consigue levantarse y avanzar junto con Simón y sus policías que acaban de llegar. Cuando salen al exterior ven un helicóptero alejarse.
—No creo que lleguen muy lejos—dice el organizador del evento mientras hace caer la ceniza del habano que sostiene—no tiene casi combustible.
En ese momento ven caer al helicóptero en picado que impacta en llamas contra el suelo.
—Una pena. Se llevaron dos Rembrandt— lo dice mientras le sirven una copa de champagne.
—Sí, una pena—Simón mira a Benítez—Pareces el increíble Hulk de resaca, ya puedes tirar el traje a la basura.