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Lucía Fernández Sánchez | Lucía Loureiro

Y el premio a la mejor actriz de reparto es para… ¡Clara Cuesta!… ¡Clara Cuesta!… Clara Cuesta… Un sólido silencio da paso a un fuerte revuelo en la sala. Todas las cabezas se giran buscando a la ganadora, pero Clara nunca llegaría a pisar aquel teatro en el que se celebraba la gala. De hecho, jamás llegaría a ponerse el vestido plateado con mangas abullonadas que dejó perfectamente planchado a los pies de la cama, al lado de su teléfono móvil. Un teléfono que ya no dejaría de sonar hasta apagarse.
¿Por qué está aquí su teléfono móvil? ¿Quién sale de casa sin teléfono? Vélez recorre la habitación de Clara intentando hilar la escena, poniéndose en la piel de la desaparecida. Como buena inspectora, Blanca Vélez sabe que para encontrar a una persona es imprescindible comprender al personaje. Y en este caso, lo conocía bastante bien, ¿quién no conocía a Clara Cuesta?
Vélez dirige su mirada al fondo de la habitación. Junto al joyero, un par de pendientes y un collar de plata asoman desde el tocador. Las joyas elegidas combinan perfectamente con el vestido recién planchado. Es evidente que Clara estaba arreglándose cuando desapareció. Vélez ojea cada rincón buscando la guinda del look. Los zapatos para la gala no están, es posible que Clara los llevase puestos cuando desapareció.
Vélez recoge cuidadosamente el móvil de Blanca mientras piensa en el detalle más curioso de toda la escena. Tal y como informó la hermana de Clara a la policía, la puerta de la entrada del piso de Clara estaba abierta cuando llegó.
Vélez sabe que las primeras horas de una desaparición son claves y trabaja con presión: “Venga Vélez, piensa…” El piso está impecable y no hay señales de forcejeo. ¿Y si fue Clara la que salió de casa por su propio pie? Pero en ese caso, ¿por qué dejaría la puerta abierta?, ¿por qué no cerró al salir y ni siquiera se llevó el móvil?… ¿A dónde iba?… Está claro que no muy lejos.…
Vélez sale corriendo al descansillo. Avanza por el pasillo mientras golpea el timbre de todos los pisos del rellano: El 4ºB, el 4ºC y el 4ºD. Una señora de la limpieza abre la puerta del 4ºB mientras un perro ladra al otro lado del 4ºD. Los ladridos menguan cuando su dueño abre la puerta. En el 4ºC nadie responde… Vélez aporrea el timbre.
– ¡Abran, Policía!
Nadie contesta. Vélez está a punto de forzar la cerradura cuando escucha unos pasos que se aproximan a la puerta.
– Perdona, con la música no escuchaba nada, ¿qué pasa?
Una chica de unos 30 años, con chándal rosa y unos auriculares de gran tamaño, intenta abrirse paso por la puerta mientras arrastra una gran maleta de ruedas.
– Estaba recogiendo el Airbnb pero ya me iba.
Vélez, decepcionada, retrocede un paso y la deja avanzar. Pero justo ahí, en el felpudo, unos destellos de purpurina plateada centellean entre las letras de “WELCOME”…
– ¡ALTO!