Un día de verano en un pueblo llamado Lucena, en la provincia de Córdoba, Toni, un hombre de mediana edad, se dirigía al supermercado.
Tenía que comprar varias cosas pero no tenía mucho dinero, y lo que sí tenía era un hijo de diez años al que le encantaba el helado, era lo único que hacia olvidar a este niño la enfermedad que tenía, que lo estaba matando.
Toni llegó a la caja y solo había cojido pan, aceite y una caja de helado del más barato, aun así no le llegabs para pagarlo todo.
Así que le pidió a la cajera que como solo le faltaba 10 céntimos que lo dejara pasar y otro dia se lo pagaba.
La respuesta fue contundente, otro caradura, venga hombre váyase por hay.
Toni agachó la cabeza, soltó las cosas y se fue avergonzado, humillado y sin la única cosa que hacia feliz a su hijo.
Justo antes de salir del Super se cruzó con dos policías locales, entonces Toni harto de su situación tomó la peor decisión de su vida, le arrebató la pistola a uno de los policías y encañono a la cajera que lo había maltratado.
Y dijo, y ahora que.
El otro policía saco su arma y apuntó a Toni gritando suerte el arma o disparo, suerte el arma, pero Toni solo quería respeto, solo quería que lo tratasen con dignidad, aunque al apuntar a aquella mujer se había convertido en un delincuente peligroso.
La cajera llorando y muy asustada, con las manos alzadas , le pidió que no le disparará, porfavor tengo dos hijas a lo que Toni respondió gritando y yo tengo un hijo.
El policía que apuntaban a Toni no se atrevía a disparar pues podría hacer que Toni sin querer Mata se a la cajera, entonces opto por poner el arma en el suelo e intentar convencer al hombre de su error. Porfavor suerte el arma, no le pasará nada, podemos hablar.
La situación era muy tensa, Toni miro al policía fijamente y apartó la mirada de la cajera, la cual aprovechó para correr y escapar de lo que parecía su fin, todo por diez céntimos, en u a decima de segundo Toni volvió a dirigir la mirada hacia donde estaba la cajera y sin pensarlo el arma se disparó.
Los dos policías se le echaron encima lo reduciendo y lo esposaron pero ya era tarde, Toni disparo casi sin mirar y atravesó con una bala a una mujer que pasaba por allí, que no tenía culpa de nada.
Los policías lo pusieron de pie y se lo llevaron a Comisaria.
Allí descubrieron que el hijo de Toni había muerto solo hacia un mes, el hombre estaba perturbado y había asesinado a una persona. El Comisario dejó entrar a un psiquiatra para que lo evaluará.
Este le preguntó, Toni, y ahora que, a lo cual respondió, déjeme ir mi hijo espera su helado.