…Y REFUNFUÑÓ
Oswaldo Reques Oliveros | Osw MerTinta

Miró a un lado y observó detenidamente el escupitajo que acaba de esputar, pero no fue la esencia de su propio ADN lo que llamó su atención sino que justo cayó en algo que parecía sangre coagulada.

La siguió y vio cómo se iba internado hacia el edificio haciendo un recorrido que la tornaba más evidente, efectivamente el que había matado a la chica había huido por allí, pero quién o qué lo habían herido era un misterio a resolver, tranquilidad, apenas comenzaba esta historia.

Se giró y caminó como en bucle justo hasta donde estaba el cuerpo sin vida de esa mujer hermosa, una diosa perfecta, tanto que habría que castigar al autor, no solo por haberla matado, sino por ser capaz de producir daño en esa perfección de la naturaleza.

Nada parecía tener coherencia, pero en un asesinato era normalmente así cuando se veía por primera vez la escena, luego se iban armando cada una de las partes y comenzaban a encajar perfectamente como legos y entonces se lograba entender, siendo ese precisamente su trabajo.

Varias cuchilladas le habían sido dadas en un costado a la chica y una muestra de dolor e impresión había quedado en su rostro debido a lo súbito que parecía hacer entender su sorpresa ante lo inesperado del suceso.

De entrada descartaba que lo ocurrido hubiese sido fruto de una situación con alguien conocido, parecía todo más bien indicar que no existía relación entre ella y aquel quien huyó dejando el rastro de sangre.

Las repetidas puñaladas daban la sensación de haber sido producidas con placer, ese que generaba el poder sobre el otro al sentir la hoja de metal entrando y saliendo de la humanidad de la víctima, mientras a la vez se retorcía la hoja y se sacaba. Él lo disfrutaba cada vez que cortaba el cerdo antes de prepararlo en salsa para comérselo, ¡ummm, qué rico!…

A ninguno de los que habían llegado antes que él parecía ya nada impresionarles, a él tampoco, era simple trabajo rutinario, así que se dedicó a observar la escena, masculló algo, nadie pareció intentar entender, tampoco en su ánimo estaba explicar.

Levantó la mirada y vio perpendicularmente hacia arriba como si una fuerza superior lo atrajese y un resplandor llamó su atención, se trataba de un brillo que aparecía y desaparecía, lo cegó, colocó la mano para cubrirse, pero era difícil detallar por largo tiempo lo que era.

Sin embargo identificó que de una ventana, del gran edificio multifamiliar alguien blandía un cuchillo produciendo el resplandor, bajó la cabeza totalmente encandilado, cegado y cuando intentó nuevamente ubicar el lugar todo había desaparecido.

La angustia se apoderó de él porque ese que se asomó por la ventana e hizo, lo que hizo para llamar su atención, había logrado, aunque él no quisiese, que por allí, por esa inmensidad de vivienda multifamiliar comenzase la investigación, ¡maldito seas desgraciado!, dijo refunfuñando.