Mi madre pasa todo el día fuera de casa, y papá la espera por las noches, aunque llegue tardísimo, con una copa de vino en la mano y una gran sonrisa.
– Cariño, no sabes lo que te agradezco estos mimos, después de todo lo que veo a diario
.
Se sientan en el sofá, hablan sobre su día, y mamá le comenta el caso en el que está trabajando en ese momento, aunque sea confidencial.
Mamá es inspectora de policía, y últimamente anda ocupada en una investigacion que la está sacando de quicio: el asesinato de tres muchachas jóvenes, de veintipocos, cuyos cadáveres aparecieron enterrados en un descampado en el que iban a iniciarse unas obras. Por lo que le he oído a mamá contarle a mi padre, creen que entre cada asesinato transcurrieron varios meses.
Parece ser que un asesino en serie anda suelto.
Ellos no saben que les escucho, por supuesto, pero yo ya sé quién es el psicópata que tiene en jaque a todos los inspectores de la ciudad.
Para mi madre es muy importante la opinión de mi padre, porque él también era policía, aunque ahora lleve mucho tiempo retirado.
Trabajaba en un caso muy complicado, en el que perdió la vida la joven detective en prácticas que estaba con él, Mati, al parecer retenida y torturada por los criminales a los que investigaban. Los médicos dijeron que papá no había podido superar el trauma de que alguien a su cargo hubiese acabado de esa forma.
Él la escucha con atención, la ayuda a analizar las diferentes pistas, la orienta sobre posibles nuevas vías de investigación, y la asesora según sus experiencias en el cuerpo y en los diferentes escenarios criminalísticos en los que se movió en el pasado. Es un gran apoyo para mamá.
No sé cómo hacerlo,no sé cómo mostrarle que tengo la información en mi poder que encerraría de por vida a ese cerdo malnacido, no sé cómo puedo hacerle ver quién es el asesino.
Esta noche, como tantas otras, después de su charla habitual y dos copas de tinto, se disponen a acostarse. Y como cada noche, mamá coge la foto que hay sobre la mesita de centro del comedor, la acaricia, y le da un beso.
-Buenas noches, mi niña.
Es una foto mía.
No sé si hubo alguna otra víctima antes que yo, no sé si Mati fue la siguiente, pero sí que después de mí van todas esas muchachas que han encontrado en el descampado, y quizás alguna más. Mi madre lleva llorándome siete años, sin sospechar siquiera que el que duerme todas las noches a su lado es el mismo que me apuñaló hasta cansarse, abandonó mi cuerpo a las afueras de la ciudad, y manipuló todas las pruebas para no resultar sospechoso.
Es el mismo que, con la excusa de ayudarla, consigue la información necesaria para saber cuándo podrá matar de nuevo y salir impune….